Las hospederías son lugares únicos, rodeados de naturaleza, serenidad, piedra e historia. Con el tiempo, se han convertido en una alternativa de turismo muy atractiva para amigos, familias y parejas que optan por unas vacaciones más tranquilas, paseos por el campo, deportes al aire libre... así como por disfrutar de cierta exclusividad y, sobre todo, noches más frescas y plácidas. Algunos de estos parajes son antiguos conventos, palacetes con varios siglos de antigüedad, viejos edificios utilizados para dar alojamiento a caminantes y peregrinos o casas solariegas. Pero si algo tienen en común es que todos ellos guardan entre sus anchos muros retazos de historia, de vida y de silencio. Son lugares en los que conviene pararse, conocer y preguntar.


La Hospederia - Restaurante Virgen Del Saliente ocupa un santuario del siglo XVIII con vistas a la sierra de las Estancias. Este edificio de piedra protegido alberga un restaurante y se encuentra a 20 km de Albox.

Al estar en el santuario, las habitaciones están consideradas como patrimonio nacional de interés histórico y artístico. Todas las habitaciones cuentan con aire acondicionado, conexión Wi-Fi gratuita, escritorio y armario. Algunas tienen baño privado con secador de pelo y bañera o ducha, mientras que otras tienen acceso a un baño compartido.

El establecimiento Restaurante Virgen Saliente sirve platos regionales tradicionales y tiene una terraza exterior con vistas impresionantes a las montañas. Además, la terraza está abierta en verano. El establecimiento se construyó en torno a un patio y cuenta con sala de juegos y salas de conferencias.

Los huéspedes podrán disfrutar de una amplia gama de actividades al aire libre, como tiro con arco, espeleología y rápel. En verano, se organizan festivales de música en el establecimiento, así como exposiciones de arte y fotografía.

La Virgen Del Saliente se encuentra a 1 hora en coche de la costa mediterránea y a 30 minutos en coche del parque natural de la Sierra de María-Los Vélez.

Restaurante con capacidad para 180 comensales

Habitaciones del hotel: 13 con capacidad para 26 huespedes

Recuerdos del concierto de Morrigane en la Hospedería, año 2009


LA "HOSPEDERÍA DEL SALIENTE” (ALBOX): QUÉ MARAVILLOSO SITIO PARA TOCAR

A veces queremos salir al extranjero para buscar maravillas, tal vez olvidando que, cuando menos te lo esperas —y donde menos te lo esperas— se encuentra uno con una maravilla increíble justo al salir de la provincia. Este es el caso de “la Hostería del Saliente”. Este 16 de julio lo recordaremos siempre como un concierto precioso.
Y no es para menos. Pero “vayamos por partes” —como decía Jack el Destripador, jejeje.
Salir de Granada por la A-92 en dirección Baza, este sábado 16 de julio a las 17 horas, con una temperatura de 46-48 grados (según el termómetro que se consultase) y una calima sofocante, ya tiene su mérito. Vamos, que puede ser “la leche en verso”.
Y aún así, como suele ser habitual, nuestro gran amigo (y autor de las fotos que aparecen en esta reseña) Alfredo Pallares, nos quiso acompañar y llevar el equipo y los instrumentos en su furgoneta. Desde aquí le enviamos un fortísimo abrazo, le agradecemos su amistad y su “valor” para acompañarnos gustosamente en las condiciones antes descritas; y le invitamos a unas cervecitas con sus correspondientes tapillas. ¡Ya sabes dónde, hermano!
Así pues, la “Caravana Morrigane” estuvo compuesta esta vez por el coche de Jesús, el de Agustín, y la furgoneta de Alfredo. Saliendo triunfante de la Ciudad Nazarí, surcaba majestuosamente la expedición —como una centella gloriosa— el primer tramo de la A-92… y… ejem… bueno, pues antes de llegar a la altura de Víznar, ya tuvo que pararse: los coches (sobre todo el de Alfredo y el de Agus) tenían la temperatura por encima de los 90º. Vamos, que hacía una “miajica calorcito”, como ya hemos indicado.
Por cierto, y sin ningún asomo de xenofobia, ni racismo, ni nada por el estilo (sólo como curiosidad): el tramo citado recibe el nombre de “matamoros”; porque son muchísimos los conductores magrebíes que, no conociendo el terreno (y llevando el coche o la furgoneta llena hasta los topes, con baca repleta —a veces hasta un metro y medio por encima del techo—), revientan la refrigeración del motor. Así que desde estas líneas aconsejamos a los conductores (magrebíes o no) que extremen la precaución en dicha zona… Que es mejor parar voluntariamente unos minutos en el arcén (o en una salida de la autovía, aún mejor) que tener que parar muuuucho tiempo por haber destrozado el motor.
En fin, que siguiendo el camino llegamos hasta El Chirivel (ya en la provincia de Almería); y tras aclarar nuestras dudas —y perdernos un poco— cogimos la carretera en dirección a Albox. Es una carretera “de las de antes”, con un trazado un poquito serpenteante (cuidadín con los cambios de rasante), pero preciosa: pasa entre la Sierra de las Estancias, con vegetación pre-desértica… y lo mejor está cuando toma uno la desviación hacia el Santuario de la Virgen del Saliente.
Entonces es cuando, de repente, al doblar una curva, se divisa de golpe el Santuario. Y se te queda esa cara de tonto boquiabierto cuando, en medio de la nada, aparece ese monasterio precioso en lo alto del monte Roel, desde donde se divisa todo el medio y bajo Almanzora. La primera pregunta que corrió por nuestra mente fue: “¿¿Y aquí es donde vamos a tocar??”. Nos habían hablado de un complejo turístico… Y de repente, ¡nos encontramos en un monasterio!
La explicación al enigma está en que, en la actualidad, el monasterio (salvo la capilla y la sacristía, que aún conservan su espíritu religioso) está dedicado a fines turísticos. Considerado el monasterio más grande de Andalucía Oriental, su interior alberga habitaciones que recrean ambientes de épocas pasadas. Y dispone de una preciosa y muy amplia terraza de verano (allí son las actuaciones), enclavada en el restaurante de la Hostería.
Tras visitar la capilla y el monasterio, y casi sin descansar (queríamos tener todo listo antes de que cayese el sol), nos dispusimos a montar nuestro equipo y probar sonido. Más de uno estuvo cerca del “golpe de calor”. Sobre todo cuando la furgoneta de Alfredo (que habíamos intentado acercar a la terraza, para descargar el equipo) quedó varada en un “búnker arenoso” donde patinaban las ruedas… De donde, además, la tuvimos que sacar con cuidado: el vehículo se hallaba al borde de una pendiente pronunciada, cerca del vuelco. Menos mal que el propio Alfredo y el grupo ya somos “expertos” en ciertas lides…
Gracias a Dios, tras el incidente reseñado, y después del montaje y la prueba de sonido, la gerencia de la Hostería nos invitó gentil —y muy acertadamente— a tomarnos una ducha y relajarnos un poco antes de la cena, todo ello en las magníficas instalaciones del enclave. Nunca una ducha pudo haber sentado mejor: más de uno sentimos que volvíamos a la vida. Y tras ello, una cena servida con mucho cariño y atención (desde aquí os damos las gracias a todo el personal del restaurante: sois geniales) para reponer fuerzas. Y tras el café… ¡al escenario!
Fue una actuación muy (pero que muy) bonita: relajada, para un público sentado en las mesas de la terraza del restaurante (entre los cuales abundaban los extranjeros, sobre todo ingleses —buena “prueba de fuego” para la pronunciación de José Carlos en las “english lyrics”, de la cual salió con un sobresaliente, como siempre—), y en ambiente de simpatía y tranquilidad. Realmente nos encontramos muy agusto, y eso se notó en nuestra interpretación: los temas lentos fueron suaves y cálidos como el terciopelo; y los más “cañeros” estuvieron bien matizados, sin aristas ni filos, pero con mucha, mucha alegría. Como es natural en el directo, pudo haber algún pequeño “fallillo”, pero… sobre todo, fue un concierto lleno de encanto.
El público congregado, muchos de ellos ya sobre los 40 o 50 años, respondió increíblemente bien (el que esto escribe tenía sus dudas, justo antes de la actuación, de que aguantasen un concierto entero, pero… ¡pidieron más, tuvimos que ofrecer bises!). Una prueba de ello es que ¡casi la mitad de los presentes se acercaron a comprarnos CD’s de “Tierra Mojada”! ¡Récord!
Después, un poquito de descanso, volver a montar (esta vez descubrimos la mejor forma de acercar la furgoneta)… Y vuelta a Granada, previo paso por nuestro local de ensayo en Armilla para descargar las cosas, ya casi a las 6 de la mañana. Pero la próxima vez aceptaremos gustosamente la invitación a pasar por allí la noche: aquello es un remanso de paz, de tranquilidad, de buen trato, de esmero y amabilidad. ¡Gracias por todo, Hostería del Saliente!